Spinetta en un recital en el micro estadio de Temperley, el 14 de febrero de 1982

– Por Evelin Dietrich –

Vamos a tomarnos un tiempo para liberar la mente y a jugar un momento, empecemos a imaginar…

Imaginemos la capacidad de escuchar y leer al viento, de comprender un susurro, de escuchar una caricia, de abrazar un sentimiento, de explicar el perfume de una flor. Imaginemos poder desmenuzar el amor en todas sus facetas y formas, desde el más puro y sincero, hasta el más doloroso desamor.

Imaginemos poder descomponer el dolor y dibujarlo con palabras, actos casi desapercibidos para los simples mortales, acciones que bordean el talento de míticos dioses, cuestiones que para la mayoría no tienen ningún valor ni importancia pero que son el abecedario que utilizan los poetas para acariciar el alma, desde los oídos de aquellos que saben entender y saben dónde escuchar pero no es necesario imaginar.

Nacimos y vivimos un tiempo que nos regaló la inmensa fortuna de poder apreciar el catálogo de la magia de la poesía transformada en música, de divina sonoridad y de espléndida literatura, desde su amor a Antonio Artaud pasando por Castañeda y Jung entre otros, que ayudaron al más hermoso poeta de la música argentina a escribir y componer miles de canciones transformando toda su sabiduría en una hermosa alquimia.

Cerremos los ojos y dejémonos sedar por la infinita sabiduría del hechicero de las metáforas, y abracémonos a un mundo de colores, desde los más brillosos hasta los más oscuros, pasando por la escala de grises que este artista pudo plasmar en un abanico de obras que van desde el centro del infierno hasta el borde del mismo paraíso, y dejarnos postrados ante la mirada efímera de un dios en la figura que crean, la mía es la libertad… tomen cualquier disco y sean bienvenidos al mundo del Flaco Luis Alberto Spinetta.

Podría hablar miles de cosas sobre Luis ya que tiene un espectro enorme, infinito de sabiduría cósmica, literaria, filosófica, de amor, y enseñanza de cómo ser mejor persona, pero me voy a detener en una canción que muchas personas dedican en el día d la amistad a un amigo que ya no está, y que el 8 de febrero de 2012, en el día de su evolución hacia otro plano, se la comenzaron a dedicar. Ese día la sociedad, que nunca entendía qué era lo que escribía y decía, porque era un adelantado en todo, cuando se convierte en luz, lo empezó a entender.

Ilustración de Gabi Rubí

Tema de Pototo: Surge en el último año del secundario cuando Luis y su amigo Pototo (Mario D’Alessandro) se nutrían de literatura de Cortázar y música de los The Beatles, escuchándolos desde una radio que los pasaban a las 1 de la mañana. Su amigo se quedaba dormido muchas veces y por esa causa no llegaba a escucharlos, entonces nacía en el Flaco ese humor tan particular que lo caracterizaba, y que quienes lo escuchamos realmente conocemos. Luis le decía a Pototo: “¿escuchaste el nuevo tema de The Beatles?”, y al recibir el no, por haberse dormido, empezaba a tocar un tema, que obviamente estaba bueno, y recibía el halago de su amigo. Inmediatamente Luis lo destruía diciendo entre risas que él lo había compuesto.

Esta anécdota nos centra en la historia de la composición de su canción “Tema de Pototo”: como ya dije era dedicada a un amigo que realmente no estuvo en su momento ya que Pototo estaba de viaje de egresados en Colonia Suiza, a 30 kilómetros de Bariloche. Luis no había ido porque le pidieron grabar un demo para pasarlo en la radio.

Pototo se iba a encontrar con su novia en Miramar tras su viaje por el sur, y para lograr el encuentro debía enviarle un telegrama que dijera “Reservar Pototo”. En la traducción de ese mensaje a su novia le llegó “Falleció Pototo”. Por ese entonces las correcciones de los telegramas duraban unas 48 horas y, como sabemos, las noticias malas corren rápido y llegó a oídos de Spinetta quien por el lapso de esas 48 horas pensó que su amigo íntimo de la vida había muerto.

Con este malentendido se produjo una revolución, dando lugar a una canción de amor a la amistad maravillosa, que hoy en día su amigo Mario D’Alessandro se la canta todos los días.

Cuando la conoció

Al día siguiente de volver del viaje de egresados, Pototo va a la calle Arribeños, en Belgrano, donde Luis tenía un estudio de grabación y donde ensayaban. Spinetta le canta la canción sin contarle como se llamaba, lo hace con una guitarra acústica, y como decía “para un amigo que no está”, Mario no se percató que era para él, y creo que Luis se dio cuenta de eso, y le dice que lo escuche en el programa de radio “Moda en La noche”.

Cuando Mario enciende la radio y escucha que se llama “Tema de Pototo” le voló automáticamente la cabeza y esa fue la base de una unión eterna de amistad que sigue unida en sus sueños hoy en día.