– Por Norberto G. Asquini –
Los legisladores nacionales tienen peso propio en el escenario político, pero esa consideración no es tanta para el común de la gente, que muchas veces los vota sin saber qué representan o van a representar.
Son en momentos como los actuales, cuando se definen leyes centrales para el rumbo y el futuro del país, que esos legisladores y lo que votan, cobran significado. Se están tratando políticas y proyectos como el DNU 70/24 o la Ley Bases, en sus distintos formatos, que apuntan a cambiar de modo permanente el rostro de la Argentina. La Ley Bases promueve una reforma laboral que llevará a un empinamiento de la desocupación, facultades extraordinarias que alientan (más) cesantías masivas en el Estado, el restablecimiento de Ganancias sobre salarios menguados; y hasta ataques a la soberanía nacional y la entrega de la riqueza nacional con el RIGI. Aquí es cuando el rol de los legisladores nacionales, representando a la provincia, a sus electores o sus partidos, tienen peso propio.
Por supuesto, no es lo mismo un representante en el Senado que uno en Diputados. El voto de los senadores tiene mayor importancia que la de los diputados. Los pampeanos son 3 de 72 en la Cámara Alta y los diputados nacionales suman 5 entre 257. Hay excepciones, sino recordemos cuando el entonces diputado Sergio Ziliotto, junto a Melina Delú y Ariel Rauschenberger, definió la despenalización del aborto en 2018.
Lo curioso de los ocho legisladores de La Pampa es que el arco político que representan parece repetir lo que ocurre en la sociedad. La provincia pareció en 2023 un test case electoral de cómo se comporta a nivel nacional el electorado cuando vota a categorías nacionales. Al menos de la zona núcleo. Vamos a un ejemplo, en el balotaje Milei logró a nivel nacional 30%, Juntos por el Cambio 28% y Massa 27%, en La Pampa fue 32%, 28% y 28% respectivamente. Casi calcado. Otra: en la primera vuelta Massa obtuvo 36% en el país (en La Pampa 34%), Milei 29% (33% en la provincia) y Bullrich 23% (22% en la local). Más coincidencias. Lo mismo ocurrió en la segunda vuelta.
Actualmente en el Congreso tenemos tres peronistas (el senador Daniel Bensusán y los diputados Ariel Rauschenberger y Varinia Marín), tres del PRO (la senadora Victoria Huala y los diputados Martín Maquieyra y Martín Ardohain) y dos radicales (el senador Daniel Kroneberger y la diputada Marcela Coli).
En un extremo tenemos a los tres peronistas que se oponen a la política ultraliberal del gobierno de Milei. En el medio, dos radicales haciendo equilibrio, Coli más cercana al espíritu crítico del sector de Manes y Lousteau; Kroneberger con los colaboracionistas de De Loredo o Morales. Y en el otro extremo el PRO aliado y votando las leyes de Milei, por supuesto con sus matices: Huala y Maquieyra haciendo alguna observación pero allanando el camino a las leyes del Ejecutivo; Ardohain totalmente allanado y convencido al libertario.
Todas las posturas del electorado pampeano, desde los más opositores a los más alineados a Milei, desde los duros a los moderados.
Lo bueno de cuando se tratan leyes de fondo es que el electorado apático, descreído o crítico sobre el papel del Poder Legislativo, toma conciencia de lo que votó o dejó de votar cuando metió en la urna la boleta de diputado o senador.
En estos tiempos en los que se está con Milei o contra Milei, cada legislador tiene que sentar posición a favor o en contra de qué modelo de país quiere, de sus posturas ideológicas y los alineamientos políticos nacionales que representa. Ya no puede hacerse el distraído frente a temas delicados o trascendentes. Cada senador o diputado queda así “desnudo” frente al electorado. Solo con sus ideas. No son tiempos para tibios.