Norberto G. Asquini

En una elección desangelada, marcada por los tiempos de la pandemia, el PJ pampeano, como lo hizo el nacional, renueva sus autoridades para ponerse al día. No es solamente una cuestión formal para cumplir con la ley, sino que corporiza la nueva relación de fuerza al interior del peronismo pampeano.

La nueva conducción salida de este atípico recambio es el orden (interno) frente al caos (externo). Hay un ordenamiento: esta renovación de autoridades reafirma la alianza estratégica entre Plural y kirchnerismo; da lugares a una nueva organización de dirigentes; legitima a las nuevas figuras en la gestión (el orden finalmente casi coincide con los gobiernos: las y los intendentes, que quisieron, están al frente de la estructura partidaria local) y actualiza al partido de cara al futuro, sobre todo con el 50% de mujeres en los distintos órganos colegiados.

Y lo hace frente, o sobrellevando, al caos: la obligada elección llega en mal momento. No despertó interés porque no le modifica la vida cotidiana a la gente (menos una partidaria) y hay preocupaciones mayores. La pandemia y la crisis arrecian a pesar de los esfuerzos por apurar la vacunación, la gente está hastiada de la situación y hay un sentimiento en gran parte de la población de malestar hacia la clase política. De cualquier signo.

Sin embargo, la vida sigue y las fuerzas políticas, vapuleadas por la crisis de representación pero instituciones por donde se canaliza la vida democrática, son los ordenadores de la política y de la gestión.

Fue una lista de unidad entre todas las líneas mayoritarias y las aliadas. Salvo en algún caso puntual. La situación pandémica y social no dejó margen para aventuras o tironeos. Los sectores principales cedieron algo y los que acompañan no presionaron tanto. No hubo heridos. Para todos no había otra que cerrar o cerrar listas: la segunda ola de coronavirus arrecia y las medidas se vuelven más restrictivas. No había lugar para reuniones ni visitas. El aparato partidario se impone en estas circunstancias.

En este nuevo orden interno, que no deja de tener presente a un actor central como el ex gobernador Carlos Verna, está el ascenso del gobernador Sergio Ziliotto como presidente del partido. Y está la llegada como vicepresidenta de Luz Alonso, la conductora del espacio político del kirchnerismo. Como pieza clave de Cristina Fernández, desde Buenos Aires Alonso se convirtió en referencia por un silencioso trabajo de gestión (es el nexo de funcionarios e intendentes con el gobierno nacional y canaliza situaciones) y de construcción de vínculos políticos (las reuniones con Ziliotto y los llamados con Verna son permanentes). La consolidación de este vínculo político y personal entre los máximos dirigentes de la Plural y la referente del kirchnerismo contribuyó a darle equilibrio al escenario político actual.

Con el cierre de listas de consenso de este viernes, queda plasmada la nueva configuración del PJ. En los hechos, no cambia en nada la vida cotidiana de la gente, que necesita soluciones y certezas en un mundo que se tornó caótico. En lo simbólico, marca la renovación del peronismo pampeano a lo que vendrá.