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Cerraron las listas para presidente y legisladores nacionales y en La Pampa reinó el orden sobre el caos. Ese ordenamiento vino desde “arriba”, alineadas las fuerzas locales con las necesidades de cada candidato presidencial, ya que poco se jugaba en la provincia. El nuevo peronismo que ya prefigura la nueva “boleta del consenso”.

Poco es lo que se jugaba al interior de cada fuerza provincial en este cierre de listas para la renovación de solo dos diputados nacionales por La Pampa, y cuyos titulares ya están casi cantados. En la política pampeana lo central se había definido el 9 de mayo pasado. Solo había que poner cuatro nombres y no quedaba mucho para repartir, salvo los dos candidatos titulares. De ahí que más allá de algunas pretensiones personales, primara el consenso a la hora de cerrar la integración de las boletas. Fueron acuerdos de las superestructuras y apremiados por las necesidades de los postulantes a la presidencia. Todo esto llevó a la concentración de la oferta electoral en solo cinco boletas.

La nueva configuración peronista

Vamos al oficialismo. La boleta del Frente de Todos se ordenó automáticamente a la situación nacional. Los candidatos del gobernador Carlos Verna y del PJ eran Alberto Fernández y CFK, ese alineamiento había que plasmarlo en la lista y además obtener el enganche exclusivo, si bien se sabía que no se iba a tener internas competitivas en las próximas PASO.

Hay una lectura prematura de la lista del PJ y sus aliados. Muestra la nueva configuración del oficialismo provincial. Verna tuvo autonomía para definir los nombres, siempre con la venia del binomio FF. Y el primero fue el de Hernán Pérez Araujo, que surgió del vernismo, y es un funcionario vinculado a uno de los temas centrales, y nacional, de la gestión vernista como es el de los derechos sobre los recursos hídricos. Un abogado que con solvencia lleva adelante el tema ante la Corte. Ratificado el rumbo del PJ con la inapelable elección de Sergio Ziliotto, y del vernismo como línea central, no hay cuestionamientos a la vertebración actual del peronismo: el primero confirmó la tendencia.

El segundo nombre fue del camporismo. El alineamiento con FF pesó en la elección de Ana Carmina Besga, pero también el espacio político que el kirchnerismo comenzó a ocupar en el PJ pampeano con la victoria en Santa Rosa.

Cada elección legislativa nacional es coyuntural, y Verna ha ido definiendo sus candidatos de acuerdo al momento político. En 2015 encabezaron vernistas puros acompañados por sus aliados cuando la interna era con el kirchnerismo. En 2017, todavía con el frente interno movilizado, fue un técnico del jorgismo para dar una señal de unidad y evitar las diferencias. Estas vez es un técnico y vernista, de confianza del mandatario, y el segundo lugar es para el sector K. Se va reconfigurando de a poco el PJ provincial de cara a la asunción de Ziliotto. Una dinámica que quedará supeditada a quien ocupe también desde diciembre la Casa Rosada.

Del internismo al acuerdo general

En la oposición quedó el frente Juntos por el Cambio, el ex Cambiemos. La marca que pesaba tanto a los radicales ahora transmutó su denominación. Hubo dos momentos: la hora de mostrar los dientes, de la rosca radical (a la que se sumó el PRO), y que muestra el internismo

siempre vigente dentro de la UCR; y las horas calientes de las definiciones en las que primaron los intereses sectoriales y se cerró el acuerdo bajo el consenso.

Hubo hasta ocho posibles candidatos radicales que se anotaron, y cuatro con pretensiones reales. Hubo hasta cinco del PRO, azuzados porque sus dos principales figuras no iban a presentarse.

Finalmente el primer lugar fue para Martín Berhongaray. Ya había perdido dos elecciones buscando una banca en el Congreso, y la tercera fue la vencida. Todo conducía a su nombre. Era el que mejor posicionado había quedado después de 2017, el PRO no tenía posibilidades reales de imponerse a la UCR ni candidatos taquilleros, la UCR no podía ir otra vez dividida con varios postulante, Berhongaray se había preservado y los demás sectores llegaban con dos campañas encima, y era el que más consensos lograba y menos resistencias tenía. La figura puesta.

El acuerdo nacional entre Macri y los radicales fue definiendo la lista. El primer lugar era para un radical para garantizar la renovación de esa banca en el Congreso. La única condición para que no jugara el PRO era que hubiera un solo candidato. Pesó el armador y enviado de Macri, que sigue siendo Carlos Mac Allister. “Era el que tenía la orden de cerrar todo con un solo mandato: que Macri sea presidente”, afirma un vocero. Del lado del PRO, Mac Allister cerró el acuerdo. Salvo por el díscolo Luis Bertone, que si bien no es afiliado al PRO se presentaba por su partido, y no quiso acatar el acuerdo nacional que debía respetar el lugar de la UCR (hasta se lo acusó de presentar avales truchos). Hasta que tuvo que ser convencido por funcionarios nacionales.

Entre los radicales el consenso se fue cerrando a pura rosca y cediendo todos un poco. Una de las condiciones fueron acuerdos a futuro de cara a las siguientes elecciones, apuntando a la próxima de senador. Queda igualmente mucho.

Afuera de la polarización

La polarización nacional tiene su peso. Y también su correlato local. Al eje estructurante del escenario político de La Pampa entre peronismo y no-peronismo se le superpone el de las adhesiones a Macri o del frente anti-Macri.

Quien va a jugar contra esa grieta será Consenso Federal con Roberto Lavagna como candidato a presidente. Será el socialismo, nuevamente en solitario y acompañado por partidos vecinales y algún sector peronista y del GEN local, quien vaya enganchado a la boleta. Encabeza Luis Solana y lo nacional también pesó. A ese frente se quiso sumar el celeste Pueblo Nuevo. En la mesa de los apoderados no lo dejaron entrar por sus posturas totalmente incompatibles con el PS en la provincia.

El ordenamiento nacional también impulsó el Frente de Izquierda, con el acuerdo del PTS, MST y PO que llevan a Nicolás del Caño como candidato a presidente. Con esta unificación habrá que ver si en la provincia el FIT seguirá siendo una fuerza de características testimoniales o como en algunos puntos del país podría empezar a ser un frente con representación institucional. La izquierda, igualmente, tendrá su “interna” con el Nuevo MAS que pelea por el mismo espacio ideológico.