De acuerdo con una recomendación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), cada final de década muchos países llevan adelante un relevamiento poblacional.

En Argentina, desde 1960 se planifica y desarrolla el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas. Para 2020 estaba fijado el miércoles 28 de octubre como fecha de la tradicional encuesta, pero las restricciones sanitarias como consecuencia de la pandemia del Covid-19 obligaron a suspender el trabajo de campo de los «listadores».

Esta tarea resulta pieza clave para planificar el relevamiento y es probable que el gobierno nacional decida postergarlo, algo que ya hizo Brasil, que resolvió aplazarlo hasta 2021.

Los listadores recorren cuadra por cuadra anotando en detalle cantidad y ubicación de viviendas, comercios, industrias, centros vecinales, iglesias, instituciones, en fin, recogen una minuciosa información que después será organizada y distribuida a los censistas.

Si bien el Indec evalúa la posibilidad de completar ese registro previo utilizando Google Street View y Google Earth, la decisión final todavía no fue tomada. Sin este soporte esencial, no puede realizarse el censo.

Marcados por el Atuel.

Cada década, el censo encuentra a los pampeanos ansiosos por saber cuánto ha crecido la población, en una de las provincias del país con menor densidad poblacional. Según las proyecciones del Indec, el 1º de julio de 2020 nuestra provincia habría alcanzado los 358.428 habitantes, discriminados en 177.801 varones y 180.627 mujeres.

La baja densidad y el escaso crecimiento son características compartidas con gran parte de la región patagónica. Sin embargo, la historia reciente registra un incidente trágico, que impactó negativamente en la evolución demográfica de La Pampa.

El corte del río Atuel por parte de Mendoza, en 1947, provocó un éxodo de pobladores del oeste, del que costaría muchos años recuperarse. Cuando se realizó el censo nacional de 1960, todavía había menos pampeanos que cuando el río corría.

El primer censo nacional fue encargado por Domingo Faustino Sarmiento, en 1869. Por entonces, nuestra primitiva jurisdicción fue identificada «territorio Pampa» y registrada con «21.000 habitantes». Un «número redondo», que demuestra el carácter aproximado del cálculo, para una región vasta y desconocida, donde resultaba materialmente imposible desarrollar una tarea censal.

La primera vez que fueron contados con rigurosidad los pampeanos fue en 1914, y por entonces territorio nacional «Pampa Central» registró 101.338 habitantes. Esa cantidad se incrementó dos veces y media en poco más de un siglo.

Los siguientes escalones estadísticos de la población pampeana fueron registrados en 1947 (169.480 habitantes), 1960 (158.746), 1970 (172.029), 1980 (208.260), 1991 (259.996), 2001 (299.294) y 2010 (318.951).

De acuerdo a las estimaciones de crecimiento anual publicadas por el Indec, La Pampa registraría entre 2010 y 2020 un crecimiento intercensal superior al 12 por ciento, y estaría muy cerca de los 360 mil habitantes para el miércoles 28 de octubre.

A diferencia del censo anterior, este año La Pampa mostraría un porcentaje (tasa de crecimiento relativo) superior a la media nacional, que seguiría en el orden del 10,6%, como hace una década.

Según el Indec, en la actualidad (julio de 2020) los argentinos somos 45.376.763 (22.273.132 varones y 23.103.631 mujeres). Hace 10 años, el censo contó 40.117.096 argentinos. En 2001 había 36.260.130 habitantes; en 1991, 32.615.528, y en 1980, 27.949.480 habitantes.

Identidades.

Si el censo se realiza como está programado, su mayor novedad es la inclusión de preguntas sobre «identidades autopercibidas» (religiosa, étnica, sexual). En el cuestionario, la identidad de género se diferenciará de otras preguntas acerca del «sexo».

Aunque se mantiene la opción binaria «hombre-mujer» (aclarando que resulta del sexo expuesto al nacer), una segunda pregunta permite contestar el «género autopercibido».
Las opciones de respuesta son: «mujer, hombre, mujer trans/travesti, varón trans u otro». Además de habilitar identidades disidentes, esta pregunta permitirá visualizar también datos (condiciones de vida) necesarios para diseñar políticas públicas.

En cuanto el autorreconocimiento étnico para indígenas y afrodescendientes, se dejará abierta la pregunta sobre a qué pueblo pertenece el entrevistado, habilitando la posibilidad de ser reconocido según su procedencia étnica.

Finalmente, volverá la pregunta «¿Cuál es su religión?», incorporada por última vez en 1960, pero considerada tabú y eliminada en todas las evaluaciones posteriores. Las últimas dos veces que se incluyó esta pregunta (1947 y 1960) la población se declaró católica por abrumadora mayoría (93,6% y 90,05%, respectivamente).

Diversidad.

Sesenta años después, se espera que esa relación se modifique, reflejando una mayor diversidad de cultos. Al menos, si los datos del censo confirman a la última encuesta seria sobre esta cuestión, realizada por el Centro de Estudios e Investigaciones Laborales del Conicet, que dirige el sociólogo Fortunato Mallimaci.

Los resultados, publicados en noviembre de 2019, determinan que en Argentina hay un 62,9% de católicos, un 15,3% de evangélicos (pentecostales y otros), y un 18,9% sin religión (6% ateos; 3,2% agnósticos, y 9,7%, ninguna religión). (Fuente: Indec)