foto tosco cordobazo

La pueblada del Cordobazo del 29 y 30 de mayo no tuvo grandes repercusiones en La Pampa. Sin embargo, se vivió de cerca. En los días posteriores al levantamiento contra la dictadura de Juan Carlos Onganía la provincia se iba a convertir en “depósito de presos”. La insurrección dejó un saldo de catorce muertos y cientos de presos y los principales dirigentes sindicales cordobeses, fueron sometidos a un tribunal de guerra y condenados a prisión por intimidación pública y rebelión. Muchos de ellos serían trasladados a La Pampa, entre los que estaban las caras visibles como Agustín Tosco secretario general del gremio de Luz y Fuerza, y Elpidio Torres de SMATA.

Llegan los presos

La capital pampeana era considerada una población “pacífica” en esos días de estallidos populares y represión y siempre se recurrió a Santa Rosa para enviar detenidos políticos, invariablemente, en todos los gobiernos. El acompañamiento a los detenidos en cárceles pampeanas convocó a todas aquellas agrupaciones locales opositoras a la dictadura militar.

El sábado 31 de mayo a la noche arribó desde Córdoba un avión T-57 de la Fuerza Aérea. Desde allí descendieron varios condenados por los consejos de guerra que fueron alojados en la Unidad Penal 13. Los detenidos eran seis dirigentes gremiales entre los que estaban Elpidio Torres y Agustín Tosco.

Otra de las cabezas del Cordobazo, Raimundo Ongaro, fue detenido y liberado el 26 de mayo de 1969. Relató a la prensa que la policía intentó trasladarlo desde Córdoba en un accidentado itinerario. Sin darle razones varios policías armados con ametralladoras lo llevaron hasta la Escuela de Aviación y se le informó que lo iban a llevar a Santa Rosa en avión. El aparato descendió en Las Higueras, Río Cuarto, la comisión siguió su trayecto en una patrulla hasta Realicó. Allí se les indicó que debían volver hacia la capital cordobesa.

El 2 de junio llegó otro contingente de presos estudiantiles y gremiales. Esta vez, doce hombres fueron llevados hasta la U13 tras un operativo que obligó al corte de varias calles. El 5 arribaron otros nueve condenados y el 6 cuatro más. Todos fueron alojados en la Colonia Penal. Entre los detenidos estaba el sindicalista de Luz y Fuerza, y también cara visible de la pueblada, Tomás Di Toffino, luego desaparecido en 1976. Entre los detenidos había sindicalistas de LyF y SMATA, obreros metalúrgicos y trabajadores de otras ramas, estudiantes de Medicina e Ingeniería, entre otras, y hasta un profesor de la UNC, con penas de ocho meses a 10 años.

Juntos por los presos

Poco a poco los sectores movilizados en Santa Rosa comenzaron a acompañar a los detenidos políticos. El sindicato de Luz y Fuerza local, cuyo secretario general era Oscar Montes de Oca, presionó a la CGT para que la entidad constituyera la comisión de solidaridad de apoyo. En un documento elevado al jefe cegetista local, Rodolfo Villarreal, reclamaron a la organización que no podía “permanecer impasible” ni “espectadora cuando en la ciudad hay condenados por reaccionar ante el cúmulo de leyes represivas que van erizando el país como única forma de sostenimiento a un sistema antipopular”. El sindicalismo estaba dividido en dos ramas desde 1968: la CGT con Villarreal de la UOCRA a la cabeza y la Intersindical con los gremios más combativos entre los que estaba LyF.

Representantes nacionales de la CGT, de gremios combativos y agrupaciones universitarias visitaron la capital para respaldar al movimiento y acompañar a los dirigentes presos.

El sábado 8 de junio en la sede de la CGT de Santa Rosa se reunieron gremialistas locales de Luz y Fuerza, telefónicos, ATE, gráficos, vendedores de diarios y molineros -integrantes de la Intersindical-; de Córdoba y Capital Federal –Julio Rodríguez de LyF Córdoba y José Rodríguez de SMATA–; estudiantes; políticos –peronistas y comunistas–; y abogados: el peronista Juan Carlos Tierno y dos profesionales vinculados a la izquierda, Manuel Cuadrillero y Ciro Ongaro. Se constituyó la Comisión Local de Solidaridad con los Presos Políticos coordinada por los gremios cegetistas, para canalizar la acción solidaria y a la vez iniciar una campaña de reclamo para la liberación. Sus tareas consistían en atender a los familiares que comenzaron a llegar a la ciudad para ver a los detenidos, la recolección de donaciones y la relación con los detenidos para la atención de los aspectos legales. La CGT luego ratificó la comisión provisoria de solidaridad a la que ya se habían sumado gastronómicos, bancarios, fideeros y la UOCRA. El primer documento de la Comisión fue tajante: “Santa Rosa no debe convertirse en el campo de concentración de la dictadura”, dijeron

Llegan los familiares

El 12 de junio, seis presos fueron regresados a Córdoba. Al día siguiente, se realizó una reunión de organización de la Comisión Provisoria en el local de la Delegación Regional de la CGT. Estuvo presidida por Montes de Oca, y se dio entrada a los primeros paquetes donados en Santa Rosa. Para entonces comenzaron a arribar los familiares de los detenidos, a quienes les habían prometido verlos una vez cada quince días. Los parientes, junto a Montes de Oca, visitaron al ex gobernador Ismael Amit para que intermediara y consiguiera de las autoridades militares el permiso para ingresar al penal, ese mismo domingo.

El sindicato de Luz y Fuerza, ubicado en Pellegrini 505, a pocos metros de la Jefatura de Policía, se transformó en el lugar adonde llegaban los apoyos materiales ante la vista recelosa de los policías. Ese fin de semana, llegó hasta el gremio el comisario Roberto Álvarez con un mensaje del gobernador Helvio Guozden quien manifestaba estar muy preocupado por el movimiento vivido en la ciudad: habían llegado en un ómnibus treinta y siete familiares de los presos gremiales y políticos junto con los abogados de la CGT de los Argentinos Hipólito Solari Yrigoyen, Conrado Ortigosa Antón y Mario Landaburu y cuatro de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre.

Las autoridades aprobaron que ingresaran ese día a la cárcel. El grupo de familiares fue atendido por los santarroseños y almorzó en Luz y Fuerza, mientras las mujeres –esposas, madres e hijas– buscaban faldas pues no las dejaban ingresar con pantalones. Cuando estaban comiendo llegó la noticia: todos los presos habían sido sacados y trasladados sigilosamente en colectivos durante la noche previa rumbo a Rawson y Neuquén. Cuando les informaron la noticia a los parientes, la indignación se evidenció en los rostros, y el llanto se convirtió en un solo grito de impotencia “esto es una crueldad que no tiene nombre”. Montes de Oca relató al autor: “Fue uno de los momentos más tristes que viví, ver a todas esas madres, esposas, hijos todos llorando abrazados”.

Tosco, Felipe Alberti y Simón Grigiatis de LyF Córdoba junto a otros diez detenidos fueron llevados a la penitenciaría de Rawson; en tanto Elpidio Torres y diez más pasaron a la cárcel de Neuquén. A fines del ‘69, en un intento del presidente Onganía de contener la protesta popular, fueron amnistiados Tosco, Torres y Ongaro.

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