– Por Norberto G. Asquini –

Queda mucho para 2023. Muchísimo entre pandemia y crisis económica. Pero este año será la antesala (la larga antesala) política donde comenzarán a jugarse las permanencias y las alternancias de cada gestión. En La Pampa, como en el resto de las provincias, una de esas decisiones pensando a futuro es que tan cerca o tan lejos hay que ubicarse con respecto al gobierno nacional. Si esa relación puede afectar las chances de los gobiernos locales pensando en las elecciones pasadas, o si es más beneficioso cuidarla para continuar recibiendo obras y fondos que apuntalen la gestión.

El resultado de las elecciones intermedias de 2021, la crisis económica persistente y la imagen presidencial que no repunta plantearon en el peronismo del interior empezar a considerar una estrategia propia para 2023. Una publicación de La Política Online daba cuenta que ante la posibilidad de que Alberto Fernández no vaya a la reelección, y en el peor de los casos gane la oposición, en las provincias algunos mandatarios analizarían la posibilidad del desdoblamiento electoral para no ser arrastrados otra vez por la tendencia nacional. Una afirmación muy temprana para lo que queda. Y sobre todo en cuestiones políticas. Y en Argentina. El que hizo declaraciones fue el gobernador de Tucumán Osvaldo Jaldo, quien se mostró contrario y afirmó que “es muy difícil, que en este contexto, alguien crea que se puede salvar solo”.

Lo cierto es que el peronismo está frente a una encrucijada. El consultor Mario Riorda analizó en una columna la actual situación nacional y dio cuenta de una verdad insoslayable para pensar el peronismo de cara a 2023. El año pasado la mayoría de las y los argentinos votó en contra de un rumbo nacional: 33 % fue el voto agregado nacional del Frente de Todos. “Si bien no se trata de un crack definitivo del peronismo, el Frente de Todos ha erosionado su solidez electoral, competida por izquierda, por el centro y por derecha. La relación de representación se quebró”, nos dice.

Y sigue advirtiendo: “El peronismo fue siempre un partido ofertista. Entiéndase, cargado de iniciativa y acción política, nada pulcro en ostentar el poder que ejerce. También, gestor preferente y solucionador de crisis. Ya en noviembre, una encuesta de la Consultora Zuban-Córdoba dejaba ver que el 62% de los argentinos creía que el peronismo no es necesariamente el mejor partido para salir de esta crisis. La relación simbólica con el ideario pragmático se quebró”.

El peronismo pampeano no escapa a este análisis. El gobernador Sergio Ziliotto no habla de su reelección, pero ese es el rumbo natural para un mandatario que tiene esa posibilidad. Por eso en 2022 seguirá afianzando su gestión de cara a las ejecutivas.

Una de las decisiones políticas para este objetivo también pasa en si es más beneficioso seguir pegado o no al gobierno nacional, o hasta dónde pegarse. Sostener una relación estrecha o cordial con cierta distancia. El peronismo pampeano ha sabido acompañar al gobierno nacional, como ocurrió en los dos primeros años de Alberto Fernández. Pero también “alambrar” su territorio cuando necesita aire propio, y no sería extraña la decisión de “separar las aguas” para conservar el poder. También depende de cada sector: los más identificados y que más relación tienen con los funcionarios nacionales, como La Cámpora, están más cerca; el vernismo observa este acercamiento como una desventaja.

Llegado el momento, se podría pensar en un desdoblamiento electoral entre lo provincial y lo nacional. Tranquilos. Son decisiones que se tomarán recién sobre fin de año más allá de que se piensen o comenten en rueda de dirigentes. Será también una definición clave porque determinará las reglas del escenario electoral. Si la situación nacional sigue como está en una crisis irremontable y eso puede arrastrar al gobierno local, seguramente se desdoblará para que no se nacionalice la campaña. También se separarán ambas votaciones si hay una gran PASO presidencial en el peronismo para que la interna nacional no afecte al competitivo PJ local.

Por ahora, se mira con preocupación la situación nacional. Hay que remontar en lo económico y volver a las raíces del peronismo “solucionador de crisis”, como lo fue en los 90 con Carlos Menem desde la derecha liberal o en los 2000 con Néstor Kirchner con su impronta nacional y popular. El peronismo pampeano apuesta a que se revierta la situación en los próximos meses para llegar lo mejor posible a 2023. Mientras tanto, sin grandes cambios en lo inmediato, despegarse o no de Nación es la decisión que se mastica.