Un grupo de entusiastas junto a la Asociación “Hucal Despierta” buscan reavivar un pueblo abandonado.

Por Analía Villar y Max Sequeira

La canción de Catupecu Machu se llama “A veces vuelvo”, y entre sus líneas reza; “crujen los maderos de viejos andenes. Las vías muertas nos quieren llevar a nuevos cruces infinitos”.

Seguramente no está inspirada en la estación de Hucal, en la provincia de La Pampa, pero hoy por hoy ese mensaje se convierte en un deseo que está volviéndose realidad.

Quienes conocen el lugar saben que por allí el edificio de la vieja estación del ferrocarril está derruida, con apenas algunas aberturas y algunos tirantes sosteniendo su techo.

Enfrente, algunas construcciones han sido renovadas y se utilizan como “casa de finde” por algunos habitantes de localidades vecinas.

Hacia el lado Este de la estación, las vías nos llevan a los antiguos talleres donde se reparaban las máquinas locomotoras.

Antes de llegar a allí, un derivador de vías llama la atención. Una especie de “olla” con el mecanismo aún funcionando, que gira un tramo de rieles. En su momento se utilizaba para direccionar a las máquinas hacia los talleres.

Cerca de los talleres – que hace poco fue la locación de realización de un videoclip del grupo Ocaso de General San Martín – hay un tanque conteniendo, aún, un poco de petróleo crudo, utilizado para la combustión de las locomotoras.

En la otra dirección, hacia el Oeste de la estación, pueden verse algunos corrales con animales de cría que posee uno de los cinco moradores que tiene hoy Hucal. Allí el paisaje es más de monte de caldén y otras especies.

Hacia los lados de las vías, los postes con las señalizaciones son el lugar perfecto para los loros que hacen allí sus nidos.

El pintor y la zorra

No. No es un cuento infantil, es la misma realidad.

Carmelo Haag es un pintor de obras que vive en la localidad bonaerense de Médanos, a unos 40 kilómetros de Bahía Blanca hacia el suroeste por la ruta nacional 22.

Él y su familia conocieron Hucal hace unos años atrás, y desde ese momento abrazan un sueño posible de realizar; poner en funciones las vías férreas desde Hucal hasta Perú.

Carmelo se propuso por estos días llegar hasta el cruce con la ruta provincial 154. Para ello viajan los fines de semana a retirar los retoños de especies nativas que se encuentran sobre el ramal y descubrir los rieles tapados por la arena medanosa.

En esta tarea lo ayudan Daniela Cabrera (su esposa), Liliana Bergondi y Carlos Peraza, con el apoyo del presidente de la Asociación “Hucal Despierta”, Ángel “Tito” Gossio, quien busca de manera incansable, colocar a este lugar en la agenda turística de la provincia.

Liliana, “Lita” como la conocen, es de Bernasconi y desde el inicio de la pandemia por COVID-19 decidió reacondicionar una de las edificaciones que están frente a la estación. En ese lugar pasaban la noche los maquinistas. Hucal era un punto estratégico en el recorrido ferroviario.

Carmelo es un apasionado de todo lo que tenga que ver con la vida ferroviaria. Tiene varias “dresinas”, una de tres ruedas, una con motor fabricada por amigos, y una con diseño original de 1870 a “bomba”.

Paseos

Permanecen en el lugar personas que se rehúsan al olvido. Personas que, más allá de permanecer, pertenecen y luchan para revivir a Hucal, sabiendo que cada espacio que cuente una historia puede ser conocida por mucha gente.

El paisaje en el que se convirtió Hucal allá por 1891, cuando el tren comenzó a unir estas tierras del centro del país con el resto, ya no existe.

Que el tren haya dejado de pasar trajo consigo la conquista de la naturaleza. Caldenes y especies autóctonas han crecido en medio de las vías, y en ese desafío de ganar metros están Carmelo, “Lita”, Carlos, Daniela, “Tito” y algunos colaboradores más.

El trabajo de limpieza se realiza con motosierra y palas, solo sacando las especies que crecieron en medio del camino, respetando al resto del caldenal con una poda responsable. Ese bosque es el marco natural y espontáneo que hoy tiene este lugar tan hermoso de La Pampa.

Pero también hay tiempo para los paseos junto al “Pintor y la Zorra”. Carmelo es el maquinista de esta nave que rueda por las vías un tanto corroídas, pero que de a poco van tomando ese brillo tan característico.

Es así como los paseos en zorra a motor de Hucal, imprimen su aire antiguo y recrean una actividad que era cotidiana en el trabajo de todo ferroviario.

Hoy, pensada como un atractivo que permite transitar esas vías, que datan de finales del 1800, y contemplar la hermosura del lugar, los paseos con el “pintor y la zorra” son cada vez más frecuentados por turistas pampeanos y de otras provincias que llegan allí para encontrar la magia.

Hasta el momento se pueden recorrer unos 4000 metros de vías. Todo ese recorrido demora unos 30 minutos, entre ida y vuelta. Cada sábado y domingo Carmelo y su zorra los esperan para vivir esta hermosa experiencia a un bajo costo, y para que pueda disfrutarlo toda la familia.

Y la alquimia se produce cuando, en la era de las comunicaciones, los celulares dejan su señal y nos alejan de las redes sociales para adentrarnos en un mundo como el que vivieron nuestros abuelos, a la vera de la estación, en medio de un paisaje agreste, rodeado de un inmenso caldenal, con casitas derruidas, y otras intentando volver a ponerse de pie.

Todos esperando ser sorprendidos por el tren, ese que hace años ya no pasa, pero que si uno cierra los ojos, y deja que la imaginación y los viejos tiempos inunden nuestro cuerpo, puede escucharse a lo lejos, trayendo ilusiones, y haciendo grande y próspero a un país.