Por Norberto G. Asquini

El uso político de la pandemia estalló en La Pampa. En el peor momento de la segunda ola (récord de contagios y muertes, regreso a Fase 1) los oficialismos tuvieron que enfrentar la crisis sanitaria y la oposición se lanzó a disparar sobre los gobiernos. Y esto tuvo su correlato en la provincia.

En el país, el PRO más duro se lanzó a la beligerancia como negocio político con el uso de la pandemia como arma contra el gobierno nacional, como señala el periodista Diego Genoud. Una red de ultraderecha que aprovecha el malestar de muchos sectores por la actual situación para fogonear la “resistencia contra el populismo”. Mientras, el gobierno nacional asume una posición defensiva y se retrae para tratar de encontrarle una salida a la crisis que lo pone contra la pared.

En La Pampa también se desató esta “grieta de la pandemia” y mostró toda su furia durante la semana del confinamiento. La gestión frente al coronavirus del gobernador Sergio Ziliotto tuvo que tomar la iniciativa ante el aumento de casos, mientras que la oposición avanzó con sus críticas al observar esta situación. Los dos lados quedaron perfectamente delineados. La pandemia es también política, como señalan politólogos y consultores: más allá de cuestiones sanitarias y médicas, evaluamos cada hecho vinculado al covid desde nuestra concepción y visión del mundo. La dicotomía salud-economía tan de moda en 2020 se reproduce en el presente con otros ingredientes. Ahora asistimos a la “guerra de la vacuna”, si llegan, si no llegan; cuántas se ponen; quien las compra; cuándo se terminará de vacunar.

El gobernador dijo en su última conferencia de prensa que “la pandemia se ha transformado en una herramienta electoral, y a la oposición no le interesa el costo, por eso viola protocolos sanitarios para desestabilizar al gobierno nacional”. La posición del mandatario fue respaldada por el bloque de Diputados del Frejupa y la intendenta y el viceintendente de General Pico, para mostrar que lo ocurrido en los últimos días no fueron solo un cruce más sino una disputa abierta.

Horas antes, un grupo opositor había marchado cuando no se podía, y no se debía, bajo la bandera de la “libertad” frente al regreso al confinamiento y llegado hasta la misma Residencia del mandatario. Pero si las protestas covidiotas son inorgánicas o acicateadas por sectores ultras, no son las únicas manifestaciones opositoras frente a la postura defensiva del gobierno por la crisis sanitaria y la atención puesta en redoblar esfuerzos para frenar la segunda ola de contagios.

Dirigentes opositores reclamaron por medidas económicas para ayudar a comerciantes y otros sectores; aumentar la cantidad de vacunas o la vacunación, como pidieron desde el PRO y sus aliados; por la compra propia de vacunas, como reclamaron desde la Alianza que aglutina a la oposición al peronismo en Victorica; por el congelamiento de sueldos de funcionarios, por parte de una diputada radical. Las posturas, más que cuestiones concretas o viables, son posicionamientos políticos.

La guerra se da en todos los planos posibles. La policía hace cumplir las restricciones secuestrando los vehículos de los manifestantes anticuarentena, y en las redes la oposición antiperonista los apoya. Radicales hacen una juntada clandestina y se resisten a la policía, y son respaldados por quienes toman ese hecho que atenta contra la salud pública como algo normal, situación que es repudiada en las redes por el peronismo.

La gestión de Ziliotto no solo se enfrenta a lo urgente como es la crisis sanitaria y el humor social, ya estallado frente a tantas restricciones. El ruido político enrarece todo y mata buenas noticias, como indica el consultor Carlos Fara al analizar al gobierno nacional y cómo afecta a la imagen del presidente Alberto Fernández. A pesar de la gestión, el ruido político la termina desluciendo o dejando en un segundo plano. En La Pampa se siguen licitando y proyectado casas, se consiguen vacunas, la vacunación está al día, se mantuvieron las clases presenciales todo lo que se pudo, se anunciaron auxilios y préstamos para el sector privado para paliar la situación económica. Pero la gestión no pandémica queda subsumida por las urgencias.

Y a esto se suma un clima enrarecido de los tiempos preelectorales. Una bomba en una sede partidaria del Frente de Todos en Bahía Blanca, una denuncia sin asidero por coimas de la presidenta del PRO, el nuevo “conflicto de la carne” entre el gobierno nacional y el campo, los posicionamientos internacionales del presidente, solo algunos titulares que se mezclan en la misma realidad.

Hay un juego de avances y retrocesos, de gestión y de crítica, en el tema pandemia. La oposición está desatada y el gobierno mantiene la defensiva mientras prioriza la gestión de la crisis. Una disputa que es tan dinámica y compleja, que en pocos días el escenario puede volver a cambiar nuevamente.