«¿Cuántos autos quemados, amenazas y acosos son suficientes para que Eduardo «Toti» Watson tenga una condena ejemplar?», se pregunta Romina González, que junto a sus dos hijos acumula años sufriendo violencia de género por parte de su ex pareja. «Él nos quiso matar, a mí y a mis hijos, incluida su propia hija. Lo único que pretendo es una condena ejemplar. Si sale libre, nos mata», afirmó la mujer.

En marzo pasado, este diario reflejó las vivencias de la mujer junto a Watson. Tienen una hija en común y toda una historia de violencia y amenazas. En ese momento, el hombre tenía una tobillera electrónica y una restricción de 1.000 metros para acercarse a Romina y su hija, pero el acoso continuó, no solo para con ellas sino también para todo su círculo afectivo, como familiares y parejas que no prosperaron por estas situaciones.

«Desde marzo hasta ahora no hubo ningún avance porque de hecho le sacaron la tobillera hace dos o tres meses», comentó González. Luego, desde la Unidad Funcional de Género, Niñez y

Adolescencia se comunicaron con la mujer para que presente todas las pruebas que tenía en su contra desde su separación hace tres años y que le iban a tomar la denuncia.

«Mi hija tuvo una Cámara Gesell porque estaba en investigación la causa, y se confirmó la violencia que ejercía contra ella y comenzó una demanda para la quita del apellido y para que se termine la relación parental que, por el momento, tiene suspendida», continuó.

«Hace unos meses se fue a vivir a dos cuadras de mi casa con su pareja, y le sacaron la tobillera porque era perjudicial para su vida personal, ya que no podía ir tranquilo a la casa de su pareja. Hice la denuncia de eso y nadie hizo nada. Solo obtuvo una restricción de 1000 metros en lo penal y de 200 metros en la Defensoría Civil», explicó la víctima.

Acoso.
Los acosos de Watson son constantes, día a día y Romina no sabe de qué manera «se va a salir con la suya». Pasa frente a su casa o se dirige a la oficina pública donde ella trabaja y la amenaza constantemente. También la sigue cuando ella va al centro con sus hijos a comprar ropa.

«No me manda mensajes directamente a mí, pero le manda mensajes al padre de mi hijo diciéndole que me iba a sacar la nena, que yo estaba loca, que me iban a internar. Una vez le rompió el vidrio del auto al peluquero de mi hijo. La noche que me prendió fuego el auto, entró a las redes sociales de mi pareja que estaba sola y publicó que sabía que yo estaba sola. A donde íbamos, él amenazaba», enumeró.

Incendio.
El último acto violento de Watson ocurrió la madrugada del 6 de septiembre, cerca de las 3 de la madrugada. Romina relató lo sucedido: «Esa noche presentía algo. El domingo llegamos tarde, me había olvidado de dejar las luces prendidas, abrí el portón y estacioné el auto, con la puerta del acompañante bien delante de la puerta de mi casa para que los chicos se bajen rápido y nos encerramos dentro», comenzó.

«Creemos que él saltó por el lado del vecino porque ellos tienen abierto y está oscuro. Tengo perros malos y en ese momento no ladraron y sólo hacen eso con él porque le tienen miedo. Empezaron a ladrar cuando él, después de incendiar el auto, salta para la casa lindera y es ahí cuando los vecinos lo ven», expresó.

«Ellos salen y me empiezan a cascotear el techo y a gritar. A todo esto, ya habían llamado a la policía. Me levanto, abro la puerta, veo un fuego espantoso y la ventanilla del acompañante se hizo un globo y explotó. Cerré la puerta, busqué a los nenes para ver cómo salíamos», continuó.

«Escuché una explosión y el auto se corrió hacia la medianera del vecino, lo que nos dio un margen para salir corriendo. Pero después, de los nervios que tenía, no podía abrir el portón. La policía nos gritaba: ‘Abran la reja y salten que el auto va a explotar’. Un vecino, con la manguera, tiraba constantemente agua contra la casa para que no agarre el fuego. Si no me hubieran avisado mis vecinos, hubiésemos muerto asfixiados o quemados porque todos estaban dormidos», señaló.

«Si sale nos mata».
Watson está detenido por 60 días. Romina, junto a sus hijos, esperan una condena ejemplar: «Él nunca paró y ya me dijo que si llegaba a caer preso de nuevo, yo no la contaba. Tengo miedo», expresó. Para finalizar, la mujer comentó que el imputado tendría «muchos contactos». «En la casa de la abuela de mi hijo dejó una carpeta con todos los expedientes dentro, a los cuales ni yo siendo denunciante puedo acceder», concluyó.

Un intento de femicidio.

En la causa interviene la fiscal de Delitos que Impliquen Violencia Familiar y de Género, Verónica Ferrero, y el abogado querellante es Nicolás Casagrande. El pasado 8 de septiembre se llevó a cabo la Audiencia de Formalización y Eduardo Watson quedó detenido por 60 días, mientras se realiza la investigación preliminar.

La Fiscalía caratuló la causa como «Incendio con riesgo de muerte» pero la querella planteó otra hipótesis y postularon una calificación mucho más grave: «Femicidio en grado de tentativa».
«Me parece que va a ser un caso paradigmático porque la violencia que viene sufriendo Romina, hace más de 10 años, es tremendo y de manual. Increíblemente esto no terminó con la muerte de ella y de los dos nenes que se encontraban dentro del domicilio», señaló Casagrande.

El abogado afirmó que no se actuó antes porque «el sistema carece de recursos suficientes para aguardar la cantidad de casos que hay». Casagrande hizo hincapié en que muchas veces los hombres violentos «conocen la normativa». «Les dan la tobillera y saben cuánto tarda en dar el alerta. Para intimidarla, Watson pasaba por el domicilio de ella, la pulsera da el alerta pero hasta que se le comunica a la policía, él ya se alejó. Entonces no alcanza a configurar infracción», explicó.

«Watson ha ido agravando su conducta durante los años y acudió a otras personas para que lleven adelante sus intenciones contra Romina», concluyó Casagrande.