Los hechos ocurrieron entre marzo y abril de 2020 en un campo de la zona de Ingeniero Luiggi. Lo detectaron las docentes de la víctima.

General Pico (Agencia) – Una charla de Educación Sexual Integral (ESI) fue el disparador para que tres niñas de una escuela rural del norte de La Pampa contaran que habían sido abusadas. Uno de esos casos avanzó en los Tribunales de General Pico y allí fue sentenciado su agresor, un tío, cuya condena de tres años de prisión en suspenso acaba de ser confirmada por el Tribunal de Impugnación Penal.

Los hechos ocurrieron entre marzo y abril de 2020, en plenas restricciones por pandemia, en un campo de la zona de Ingeniero Luiggi. La niña, que en ese momento tenía alrededor de 10 años de edad, contó lo sucedido a sus maestras en septiembre de 2021, cuando se retomó la presencialidad en la escuela hogar a la que asistía y donde, según indicaron las docentes, ya habían advertido cambios de conducta en algunas de las víctimas, que decidieron relatar lo padecido luego de una charla sobre ESI.

Según consta en el expediente, la familia de la víctima y el agresor convivieron por un tiempo bajo el mismo techo, en un campo donde su tío la invitó un día a cazar y en esa ocasión la sometió a tocamientos.

La niña guardó silencio sobre lo sucedido durante más de un año, hasta que regresó a la escuela hogar y una de las docentes brindó al alumnado una charla de ESI donde los niños escucharon el cuento “Los secretos de Julieta”. Se trata de un relato breve que explica a niñas y niños qué tipo de secretos son malos y no se deben guardar, sino más bien contarlos a quienes les crean y ayuden, secretos que están relacionados con el accionar de adultos que atenten o pretendan atentar contra la integridad sexual de los menores.

Tras compartir el cuento, los niños debieron escribir -si lo preferían de manera anónima- un “secreto bueno” y un “secreto malo”, que luego entregarían a la docente. Al término de la actividad dos niñas se acercaron para contarle “secretos malos”, mientras que la menor en cuestión lo hizo al día siguiente con sus maestras, quienes advirtieron luego a la directora del establecimiento, que radicó la denuncia en la Comisaría de Luiggi.

El caso lo investigó la exfiscala Ivana Hernández, quien lo llevó a juicio ante el juez Marcelo Pagano, mientras que el acusado, de 48 años, fue asistido por el defensor Jerónimo Altamirano.

Al concluir el debate, el juez Pagano dio por probados los hechos, que consistieron en “manoseos” por parte del tío de la niña mientras ambos “se encontraban solos sentados a orillas de una laguna ubicada en un monte cercano a la vivienda familiar que compartían, donde habían concurrido con intención de cazar”.

Entre los argumentos para llegar a la certeza necesaria para dictar condena, el juez valoró la declaración de la menor en Cámara Gesell, segunda oportunidad en la que la niña habló del tema y lo hizo con detalles de lo ocurrido.

El profesional que intervino en dicha instancia remarcó que “los dichos de la niña resultan válidos, y son creíbles o fiables en su contenido, y con aspectos de la memoria episódica que se infieren originados de una experiencia efectivamente vivida, de origen externo, y no producto de la invención, fantasía o testimonio inoculado”.

En su fallo, el magistrado destacó la herramienta educativa que le permitió a la víctima contar por primera vez lo que había sucedido. “Adviértase un dato muy importante: la develación del hecho se produce a consecuencia de una actividad de ESI, orientada precisamente en generar en los niños confianza para exteriorizar situaciones de abuso sexual, sea potenciales o materializados”, observó Pagano.

Al considerar los agravantes para la imputación de “abuso sexual simple”, hizo lugar a la “convivencia preexistente con una menor de 18 años” y le dictó finalmente la pena de tres años de prisión en suspenso, que ahora ratificó el Tribunal de Impugnación Penal.