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Una nieta de Ignacio Medina encontró plantas de Macachín

Brittany Molina Medina, de 10 años, y nieta del reconocido historiador y divulgador Ignacio Medina, encontró plantas de Macachín florecidas.

En diálogo con “Agenda Informativa” y Diario Letra B, la niña contó que estaba “andando en bici”, y que siempre que sale recoge flores para llevarle a su mamá, cuando unas florecitas despertaron su curiosidad. 

“Encontré unas flores que me llamaron la atención y que yo siempre veo en el libro del abuelo; la Flor de Macachín” contó Brittany, y agregó que su abuelo “desde los cuatro años que me viene enseñando la flor, y me cuenta cosas de Macachín”.

El libro al que hace referencia la niña se titula “A puro Macachín” y en su portada hay una fotografía de la mencionada flor lograda por Fabián Romano.

El hallazgo se produjo el sábado 5 de octubre, coincidiendo con el desarrollo de la inauguración de la sala expositiva “Cacique Juan Calfucurá y la Confederación Salinas Grandes” de la Biblioteca popular “Eros Dardo Nicola Siri”, en la que Ignacio Medina participaba como uno de los disertantes, y donde justamente hablaría sobre el origen del nombre de la localidad.

Según contó Marina Medina, mamá de la niña, en el lugar donde se encuentran las flores “nunca se veían porque siempre se cortaba el pasto”, ahora esa tarea dejó de hacerse y “aparecieron, el sábado había dos y al otro día ya habían florecido otras tres”.

“Veinticuatro años después yo la encontré” dijo con sentido orgullo la niña, quien recordó que su abuelo había encontrado flores de Macachín en el año 2000 en un campo al sur de la localidad.

El lugar donde se encuentran las plantas fue visitado por el reconocido fotógrafo Gabriel Rojo quien tomó fotos para su archivo personal.

La planta es «conocida también como chachil o papita de los arenales, lleva por nombre botánico el de Arjona tuberosa. Es una planta herbácea perenne nativa de América del Sur, que llega a medir 20 cm de altura, con tallos erectos cubiertos de pelillos que se ramifican desde la base como brazos de un candelabro cubierto de hojas pequeñas imbricadas, anchas en su base y con ápice agudo. Cada primavera abren sus flores blanco liláceas agrupadas en el extremo del tallo central. Los selk´nam, aonikenk y mapuche buscaron alimento desde siempre en sus raíces tuberosas. Sus papitas dulces pueden comerse crudas, cocidas y hasta agregarlas al agua del mate para darle sabor dulzón». (https://revistatodo.com.ar/todo-florece)