Por Evelin Dietrich

“De regreso a octubre (desde octubre), sin un estandarte, de mi parte, te prefiero igual, internacional”

Disco perfecto si los hay. Un tema clásico detrás de otro, tremendas composiciones, buenas letras (muy inteligentes, con metáforas muy bien trabajadas, con un sentido más allá de lo ambiguo) y músicos que saben lo que hacen.

Aparte el aura oscura de ésta obra se encuentra entre un post-punk corrosivo tipo Joy Division con un híbrido del delta-blues sombrío del Mississippi y el blues rock onda discos de fines de los ‘60s del gran Muddy Waters; además tiene esos momentos un tanto maliciosos como “Semen-Up” y otros más hipnóticos como “Canción Para Naufragios“.

Es el segundo disco del grupo liderado por el Indio Solari y Skay Beilinson que marcó un antes y un después en la historia del grupo, al tiempo que significó una verdadera bisagra en el Rock Argentino, que comenzaba a abandonar el optimismo inicial que había despertado el regreso a la democracia en 1983, para empezar a vivir una “primavera alfonsinista”.

Se caracterizó por una jugada visión política e ideológica al poner el foco en la Revolución Rusa de 1917, el accidente de Chernóbil de 1986, y los trabajos de Antonio Berni. Oktubre salió a la venta el 4 de octubre de del ´86 y fue presentado el 18 y 25 de ese mes en Paladium ante 1200 personas.

Este disco contiene 9 canciones, todas buenas, es un placer escucharlo de principio a fin; con un sonido oscuro y letras que referían a la Guerra Fría, la dictadura de los medios de comunicación y el excesivo consumo de cocaína que dominaba la escena de los años ‘80s.

Algunos de los temas más emblemáticos del grupo son “Jijiji”, “Semen up”, “Ya nadie va a escuchar tu remera”, “Preso en mi ciudad”, “Divina Tv. Führer”, “Motor Psico” y “Canción para naufragios”.

La banda estaba integrada también por “Semilla” Bucciarelli en bajo; Tito Fargo D’aviero en guitarra; Willy Crook (primer integrante original fallecido el 27 de junio de 2021) en saxo; y Juan “Piojo” Ábalos, en batería. Se grabó en estudios Panda en una semana.

Con este CD comenzaron a ver cómo su público se multiplicaba rápidamente, hasta convertirse en el grupo más convocante de la historia argentina.

La tapa de Oktubre

Las imágenes reflejan a esas personas trabajadoras con deseo de liberación, de revolución, tomando las cadenas con las manos ya desatadas y dispuestas a derrotar aquello que oprime sus cabezas.

El artista plástico y diseñador gráfico, Ricardo Cohen, “Rocambole” recordó: “En el segundo disco de Los Redondos la idea principal era recordar admirativamente los procesos revolucionarios y las luchas protagonizadas por las masas en la historia de la humanidad, en cuanto fueran sometidos contra sus opresores. Más tarde el público se apropió de esas imágenes aplicándolas en remeras, banderas, paredes, mochilas y en cuanta posibilidad hubiera, incluyendo los tatuajes en la piel. Se transformaron en íconos populares. ¿Qué más puedo pedir como reconocimiento a mi tarea?”.

Lo que se siente al escuchar el disco de principio a fin:

Las imágenes de la Rusia Soviética con “Fuegos de octubre” se mezclan con el Buenos Aires (o La Plata) marginal de “Preso en mi ciudad” y su captura en la libertad, su tiro al pichón en democracia.

Las “gimnastas de América” en una guerra fría decadente con las “austeras soviéticas” de un muro que se caería tres años más tarde, se metían en boliches de madrugadas interminables con “Semen Up” y su riff hipnótico.

La televisión a color que aparecía en los hogares argentinos proyectaba todo el día al “hermano mayor” que se iba junto a la hemoglobina en ese introspectivo “Motor Psico“.

De esa nada, de esa soledad de uno de los temas más oscuros del disco, nos vamos a la gloria, a la risita (JiJiJi), que durante treinta y cinco años viene haciendo temblar los suelos de cuánto estadio soporte a la masa ricotera.

Para despedirse, Solari y Bellinson proponían un naufragio en donde el sueño podía ser irreal, y donde algo de ilusión quedaba si pese a “lo efímero“, el estado de ánimo podía zafar del secuestro.

“Jijiji”: frutilla del postre de toda Misa ricotera

La canción se merece un apartado especial dentro de esta nota, porque hablar de “El pogo más grande del mundo” es hablar de una canción que ya es del pueblo ricotero, hasta Solari dijo en el documental Tsunami “quisiera terminar con otras canciones sin tocar ese tema pero ya tiene vida propia, no me puedo ir sin tocarla, es una locura lo que pasa con la gente”.

El tema surgió cuando Skay estaba zapando con su guitarra en un balcón mientras recordaba melodías de Jimi Hendrix. Se encontraba acompañado por la Negra Poly -su mujer y mánager de la banda-; y el Indio Solari, quien tras escuchar la introducción de la canción agregó el famoso estribillo “No lo soñé“.

En la letra original, Ji ji ji concluía con “Olga Sudorova, vodka de Chernóbil ¡Pobre la Olga, crepó!”. Sin embargo, la canción fue escrita a inicios de 1986 como referencia a la adicción a la cocaína, pero desde ese momento hasta la publicación y edición del disco ocurrió el accidente de Chernóbil, que llevó a las víctimas a ingerir vodka hasta morir como consejo engañoso del gobierno ruso.

Como consecuencia, se decidió reemplazar el final con efectos de sonidos del accidente, sirenas y gritos de “¡Chernóbil, Chernóbil!“, en referencia al accidente nuclear.

En YouTube hay un video de la cinta original en calidad maketa.