Los detenidos no querían declarar por temor a perjudicar su régimen de detención. Uno de ellos pidió hablar con el juez y el fiscal e incluso rompió en llanto. El juez les aclaró que debían decir la verdad y no se verían perjudicados.
Los seis detenidos en la Subcomisaría de Lonquimay el día del casamiento del entonces jefe de la dependencia, oficial inspector Cristian Martín Galván, declararon ayer en la segunda audiencia del juicio contra el policía, que está acusado de incumplimiento de los deberes de funcionario público por haber llevado a presos a realizar distintas tareas durante la fiesta por su boda.
El hecho ocurrió a fines de mayo de 2024 y la situación se conoció por los informes de los superiores. Cuando llegó al por entonces jefe de la Unidad Regional I, Marcelo Calderón, se ordenó la investigación que derivó en este juicio.
Cuatro de los seis detenidos mencionados en la causa respondieron preguntas del fiscal Guillermo Sancho y los abogados defensores, Marcos Bertolotti y Emanuel Morales. Sin embargo, quien más trabajo tuvo en esta audiencia fue el juez Aníbal Olié, quien debió explicar en reiteradas oportunidades a los testigos que debían decir la verdad porque estaban bajo juramento.

El primero de los testigos fue quien más «sufrió» esta situación. Fue Oscar Urrutia, quien aún está detenido en Lonquimay, cumpliendo con un régimen de semilibertad laboral. En todo momento, negó haber estado en la fiesta y refirió a su declaración ante Fiscalía al inicio de la investigación. El juez le aclaró que él no conocía esa declaración y la que valía era esta, en la audiencia. Urrutia pidió hablar con el magistrado y el fiscal, lo que le fue denegado. ¿El motivo? «No quiero acusar a nadie, yo solo soy un interno», sostuvo entre lágrimas.

Olié lo tranquilizó y le recordó que si decía la verdad no iba a perder ninguno de los beneficios que tiene en su condena, pero si mentía podía ser imputado de falso testimonio. El hombre recapacitó y aclaró: «Yo de mozo no estuve, fui a hacer el cordero».
Urrutia explicó que el jefe policial imputado «nos llamó a mí, a Araneda, no me acuerdo a quien más y nos pidió si le podíamos dar una mano con la fiesta del casamiento: hacer el asado y demás, que él nos iba a sacar». Y puntualizó que salió con el encargado de la Subcomisaría «como a las 10 de la mañana y volví con Galván, cerca de las 4 de la tarde. Los otros se quedaron».
Uno de esos otros fue Oscar Sánchez, detenido en Lonquimay desde abril de 2022 hasta diciembre de 2024, para luego continuar su condena a seis años en otra dependencia (lleva cuatro años y medio detenido). «Yo no fui a esa fiesta», fue la respuesta tajante ante la consulta del fiscal Sancho, quien le planteó que los policías Verdasco, Gualpa y Herbsommer (que declararon en la primera jornada) lo habían indicado como uno de los detenidos que fueron al casamiento de Galván.
El juez le recordó que debía decir la verdad y que no tendría consecuencias a su situación procesal, y el testigo comenzó a recordar más claramente. «Yo fui a ese salón a llevar leña, nada más. Había una olla, no sé qué estaban cocinando», indicó Sánchez y añadió que «yo andaba por la comisaría haciendo limpieza, cortaba el pasto, atendía el caballo de Galván y los perros, porque estudio veterinaria, pero de la fiesta me enteré porque hablaron y trajeron torta».
Comprometedor
El testimonio más comprometedor para el oficial Galván fue el de Claudio Araneda, quien estuvo un año y nueve meses alojado en Lonquimay (ahora se encuentra en la Delegación Sur de Santa Rosa, tras pasar por Telén y la Alcaidía).
«Siempre colaboré con lo que se hacía en la comisaría y cuando me enteré que había un casamiento me ofrecí a colaborar», contó el detenido. «Fui al salón con Galván, limpié, después fueron los otros, Denis era uno, no me acuerdo el apellido. Estuve de mozo. Después se fue Urrutia, que estuvo de parrillero. Llegó Sánchez como a las 12. De ellos me acuerdo, de los otros no. Estuvimos desde las 10 hasta las 15 más o menos. Después del almuerzo, nos quedamos a limpiar y volví con el oficial», declaró.

Ese Denis a quien menciona el testigo es Álvarez Pérez, otro detenido que estuvo justo esa semana de fin de mayo en Lonquimay (ahora está en Uriburu, cumpliendo el año y medio que le queda de pena). «Fui al casamiento, lo pidió Galván. Entró a la celda, pidió si podía ir primero a limpiar, a la mañana. Fui con él, caminando los dos solos, y ya estaba Araneda», relató el testigo.
«Limpiamos, ordenamos las mesas, servimos la comida. Éramos cuatro o cinco, Corbalán (uno que salió en libertad) y Sánchez de mozo, Urrutia hizo el asado. Limpiamos y como a las 14:30 salimos solos para la comisaría», concluyó.

Los dos testigos restantes, Oscar Meza (quien sigue detenido en Lonquimay con salidas transitorias) y Juan Cuello (que cumple su condena en Catriló), son los únicos que no fueron mencionados por los policías como participantes del evento. Ambos declararon de manera similar: que se enteraron por los efectivos, que no vieron si salieron sus compañeros de celda y que no tenían mucho contacto.
Finalmente, el juez volvió a llamar a Sánchez, quien había sido mencionado por otros dos detenidos como «mozo» en la fiesta, pero el testigo ratificó su declaración y dijo que no concurrió al evento.
El juicio continúa hoy, viernes, con la declaración de testigos propuestos por la defensa de Galván.