«Lo único que quiero es que se termine este calvario, porque ya no podemos continuar así» advierte María de los Angeles Muñoz, una mujer de 42 años, a quien el acoso y hostigamiento de sus propios hijos no le permiten vivir en paz.

Dice que realizó numerosas denuncias pero «la justicia no actúa», mientras su hijo mayor ahora la amenaza de muerte. «Vive a tres cuadras de mi casa y aunque tiene una restricción de acercamiento está todo el día molestando y nos amenaza de muerte vía whatsapp, sin que nadie lo impida».

La situación empeoró el pasado fin de semana, cuando sus hijos destrozaron la camioneta de su pareja, estacionada frente a la casa que comparten en el barrio Néstor Kirchner. Y anoche aprovecharon su ausencia para romper una puerta a patadas y destrozar su vehículo Ford Fiesta, que permanecía estacionado en el garage. «Desde el 26 de septiembre vivimos un infierno. Ya nos han roto todos los vidrios, pero la fiscalía ni las autoridades quieren hacer nada. Argumentan que tienen que matarnos o hacer algo grave para que puedan actuar», advirtió.

Antecedentes.
La angustiada madre recordó que su hijo César León Esteban Castillo tenía 17 años cuando le pegó por primera vez. «Fue en 2013. Me atacó en la cabeza y tuvieron que darme varios puntos de sutura. Cuando cumplió 18 le pedí que se fuera de casa, aunque en Niñez y Adolescencia pretendían que me hiciera cargo de él, no importaba si me mataba a palos». Desde entonces no molestó más, hasta hace unos meses, cuando volvieron las agresiones.

«Mi otro hijo tiene 15 años y el 11 de julio abandonó el hogar, porque no acepta los límites que le imponemos. Hice la denuncia en la Unidad Funcional de Género, Niñez y Adolescencia», pero los dispositivos priorizaron la voluntad del niño, que pedía vivir con su hermano mayor. «Esteban es boxeador, arrastra una larga historia con las drogas y tiene causas penales. Desde que está con él, mi hijo menor cambió mucho y ahora también roba». María teme que además esté involucrado en consumo de drogas y manipulación de armas, «pero para el Estado es su derecho estar con quien quiera, aunque sea perjudicial».

Un infierno.
El adolescente vivió dos meses con su hermano, «hasta el 11 de septiembre, cuando recibió una paliza». Entonces, desde la Unidad Funcional lo trasladaron a la casa de su abuela, donde fue acogido por una tía. Sin embargo, allí permaneció apenas dos semanas, porque el 26 de septiembre su tía lo devolvió a las autoridades, ante la imposibilidad de controlarlo.

Nuevamente intervino Niñez y Adolescencia, «aceptando que volviera a residir con su hermano golpeador». Desde entonces, ambos acosan cotidianamente a su madre y su pareja: «nos cascotean todos los días y debemos encerrados, porque nos vigilan permanentemente. Mis hijos nos acosan para que abanonemos la casa y ellos puedan ocuparla».

Según averiguaciones realizadas por LA ARENA, César Castillo (26) es boxeador y debutó el 30 de abril frente al marplatense (y también debutante) Mariano «El Bonito» Bértola (18), quien lo venció por puntos, en decisión unánime. También se encuentra imputado en una causa penal por tráfico de drogas, pero igualmente los dispositivos oficiales le confiaron la guarda de su hermano menor.