La ocupación de terrenos en dos puntos de Santa Rosa tiene varias lecturas. Una de ellas es que esta problemática es en parte generada por una la larga transición entre un gobierno que se va derrotado en las urnas y otro cargado de promesas al que todavía le falta llegar. Un vacío de poder en el que surgen demandas que deberán ser solucionadas después del 10 de diciembre.

 

Transición difícil

Faltan unos cinco meses para que asuma la intendencia el kirchnerista Luciano di Nápoli y ya le surgió a la futura gestión la primer demanda a solucionar, de extenderse en el tiempo. La ocupación de terrenos en la laguna y cerca del barrio Santa María de La Pampa es un tema urgente que puede contenerse antes, pero que podría extenderse hasta el próximo mandato.

Una problemática que surgió en una Santa Rosa que podría considerarse “tierra de nadie”. Donde conviven un gobierno radical que espera a lo “pato rengo” el fin de su mandato y la próxima gestión que recién hará pie el 10 de diciembre. Una transición difícil, en la que Di Nápoli espera que Altolaguirre no haga “la plancha” y le deje una ciudad aún más estropeada. Este escenario fue tierra fértil para que se produjera una situación de hecho como es la actual ocupación de terrenos.

Esta situación no puede tratarse como una cuestión lineal. Hay algunas familiares necesitadas de un lugar para vivir, otras que aprovecharon la situación y está también el trasfondo político de sectores periféricos del peronismo que hacen su jugada. Hay necesidades reales y concretas, pero no son todos los casos ni la mayoría. En un relevamiento realizado por el gobierno entre los que ocuparon la laguna surgió que el 12 por ciento está inscripto en el IPAV esperando una vivienda social y que el 80 por ciento es asistido por algún programa estatal. De ahí que las voces oficiales consultadas no consideran la actual situación como una emergencia.

Espontáneos o motorizados

Si la ocupación de los terrenos del antiguo Salitral fue una cuestión cuasi espontánea, el cercano al barrio Santa María de La Pampa tiene raíces muy diferentes. A diferencia de la laguna, donde el asentamiento está en un lugar insalubre, inundable y donde directamente no se puede construir, el segundo asentamiento está sobre terrenos municipales bien ubicados y que han sido motivo de disputa.

Este segundo asentamiento fue motorizado por un sector del peronismo aprovechando la situación generada en la laguna. Volvemos a la misma lectura que arriba: hay necesidades urgentes en algunos casos, pero también quienes hacen su juego político subidos sobre demandas concretas.

La avanzada del Movimiento Evita, que organizó la segunda toma, no confronta directamente con la gestión del radical Altolaguirre que ya está en retirada, sino con el mismo kirchnerismo que va a ser gobierno. No le genera tanto un problema presente a la actual administración que hasta se regodea de la interna peronista, sino a la próxima que deberá hacerse cargo de la situación. Mientras tanto, sectores periféricos y que siempre tuvieron un juego autónomo dentro del justicialismo avanzaron alentados por el vacío de poder reinante. Hay que ver qué consecuencias tendrá este tipo de situaciones para la próxima gestión peronista y si es una muestra de la relación que mantendrán con las gestiones que asumirán el 10 de diciembre.